“Ciudad Laberinto” es un libro de poemas de Pedro Mañas, que ganó el II premio Internacional de Poesía “Ciudad de Orihuela”. Esta editado por factoría K de Libros (Kalandraka).
Las 30 composiciones de este libro tratan una realidad cercana vista desde el punto de vista poético: la ciudad en todas sus dimensiones. Los cambios estacionales, sus ruidos característicos, los personajes que la recorren o sus fiestas se plasman con un tono divertido.
(Todas las imágenes que aparecen en esta entrada tienen los derechos reservados)
Las 30 composiciones de este libro tratan una realidad cercana vista desde el punto de vista poético: la ciudad en todas sus dimensiones. Los cambios estacionales, sus ruidos característicos, los personajes que la recorren o sus fiestas se plasman con un tono divertido.
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Portada del libro
Desde que leí los versos de Pedro para ilustrarlos sentí una cercanía enorme entre su mundo poético y las imágenes que forman el mío. Hay una sensibilidad común, una manera de afín de percibir las cosas y una temática en la cual yo vengo trabajando desde hace tiempo los laberintos urbanos.
Ciudad Laberinto
Comienza mi tarea de ilustradora. Ya se sabe, lees los poemas una, dos,… cinco veces. Las palabras quedan resonando, emiten eco, asociaciones. Aparecen los colores, las texturas, van apareciendo las formas, las distintas maneras de mostrar las cosas…
En Ciudad laberinto pinte sobre un plano callejero, técnica con la que a menudo trabajo. Es interesante porque permite contar varias cosas a la vez y queda una imagen muy onírica.
La Orquesta
Como no hay trompeta,
Toca la bocina
La furgoneta.
Como no hay tambores,
Se escucha el rugido
De los motores.
Como no hay violines,
Un señor taladra
Los adoquines.
Como no hay guitarra,
Pasa el chatarrero
Con su chatarra.
Y al guardia de tráfico
Le da un arrebato,
Se quita la gorra,
Agita la porra
Y silba una ópera
Con su silbato.
Toca la bocina
La furgoneta.
Como no hay tambores,
Se escucha el rugido
De los motores.
Como no hay violines,
Un señor taladra
Los adoquines.
Como no hay guitarra,
Pasa el chatarrero
Con su chatarra.
Y al guardia de tráfico
Le da un arrebato,
Se quita la gorra,
Agita la porra
Y silba una ópera
Con su silbato.
El ruido convertido en buen sonido. Me he deleitado con el color al son de la orquesta.
Poema rascacielos
Este poema tiene un recurso curioso, los verso suben a la vez que subimos al rascacielos.
Aquí se nos incita a jugar con las palabras. Disfrazar los objetos de lo que no son pero que podrían perfectamente ser. Buen ejercicio para todos.
Hombre sin nombre
En mi ciudad hay mil barrios.
En cada barrio hay cien calles.
En cada calle hay diez casas.
En cada casa hay un hombre.
¿Y a este hombre que le pasa?
Pues le pasa (no te asombres)
Que nadie sabe su nombre,
Ni le escribe, ni le abraza.
Le pasa que no le conocen
Ni en su calle, ni en la plaza.
Le pasa que no tiene patio,
Ni ventana, ni terraza.
Le pasa que nada le pasa
Al hombre que vive enfrente
De la puerta
De tu casa.
En cada barrio hay cien calles.
En cada calle hay diez casas.
En cada casa hay un hombre.
¿Y a este hombre que le pasa?
Pues le pasa (no te asombres)
Que nadie sabe su nombre,
Ni le escribe, ni le abraza.
Le pasa que no le conocen
Ni en su calle, ni en la plaza.
Le pasa que no tiene patio,
Ni ventana, ni terraza.
Le pasa que nada le pasa
Al hombre que vive enfrente
De la puerta
De tu casa.
La triste realidad de muchos habitantes de la urbe. He ilustrado las casas como cajas, tema recurrente en mi trabajo personal. Desde pequeña en mis paseos en autobús pos Buenos Aires, miraba las ventanas de los edificios y tenía la sensación clara de que eran cajas apiladas.
Error en el reparto
Este poema sencillo, tiene una idea muy graciosa. A partir de un mínimo cambio crea todo un mundo.
Un ciudacertijo
La personalidad y la vida imaginaria de lo que está anclado en la ciudad. Un ejercicio del pensamiento bien atractivo.
Hombres hormiga
El ensimismamiento de los hombres y mujeres en el metro de Madrid me ha inspirado este laberinto, uno más de los que transitamos cada día por las ciudades.
Con las ilustraciones pretendo llevar a los lectores a una ciudad surrealista y onírica, dinámica y rica en las posibilidades de ser vivida y sentirla. Edificios, calles y habitantes se superponen a veces sobre mapas o recortes de prensa, creando la geografía urbana hormigueante y viva.